Mi momento en el mundo.

domingo, 13 de marzo de 2011

La bolita de Facu.....

El niño, Facu, fue castigado por traer muy mal hecha su carpeta en la escuela, su letra desprolija y las hojas marcadas, tocadas con las manos sucias  al entrar en el aula después del recreo. Siempre su mamá lo hablaba y le explicaba que debía ser prolijo, pero viendo que su sermón no surtió efecto, después de cenar, lo obligó a acostarse sin mirar televisión ni jugar con su play Station.
   Así, Facu, se fue a la cama, pero, como no tenía sueño, escondida en su mano llevó una bolita para jugar sin que nadie lo notara. Había jugado mucho en la escuela, por eso trajo sus cosas incompletas y mal hechas pero aún tenía deseos de jugar más.
   Miró su bolita, tenía cuatro hermosos colores, verde, turquesa, naranja  y rojo, se puso cabeza para abajo mirando el piso y comenzó a hacer girar la bolita, miraba como los colores se mezclaban y girando rápidamente casi no los distinguía, de pronto en un último giro ve como se desprenden cuatro bolitas peludas con apariencia suave de algodón, cada una con un color distinto igual a los colores de la pequeña esfera de vidrio, miró extrañado, no podía creer lo que veía, eran cuatro conejitos cada uno era verde, otro turquesa, otro naranja, el último rojo, miró las paredes de la habitación, cuan grande sería su asombro cuando pudo observar que estaban cubiertas de un pasto muy verde al igual que el piso, había árboles con hojas con forma de corazón color naranja, otro con hojas redondas de color rojo, muchas plantas de zanahorias su color era naranja, pero las hojas de las plantas  eran  turquesa, no entendía bien lo que pasaba, creyó que estaba soñando, no podía ser realidad.
   Sus ojos se abrieron más cuando el conejito turquesa le dijo: -Hola Facu, ¿viniste a ayudarnos con la tarea de la escuela?
   ¡¡¡El conejito hablaba…!!!
   -Yo no puedo ayudar con la tarea, la mía la hice toda mal, ¿como voy a hacer la de ustedes?- dijo Facu
   Entonces ellos le explicaron que el sabía hacer la tarea, por eso el maestro conejo les dio permiso para que juntos aprendieran más por una noche, en cuanto amaneciera ellos tenían que entrar al portal por el que habían llegado,  caso contrario el portal se cerraría y quedarían transformados en esta dimensión en muñecos de peluche.
   Las flores rojas que pendían de un árbol turquesa eran una tentación para Facu, seguro que si subía a tomar una tan bonita y se la daba a su mamá se le pasaría el enojo, pidió ayuda a los conejos, pero ellos se daban cuenta que iba a ser muy difícil, el árbol era gigante.
   Estuvieron un ratito pensando, mirando el árbol comprobaron que si se subían al de hojas Naranja y de ese se pasaban a lo hojas de color rojo podrían pasar al hermoso árbol turquesa para sacarle una  de esas flores tan preciosas.
   A los conejitos les entró la duda pues siempre les habían recomendado que no cortaran flores de ese árbol, pero nunca les dijeron el porqué; Facu puso manos a la obra y comenzó a trepar al de hermosas hojas corazón naranja, la curiosidad impulsó a los conejitos a hacerlo con el.
   Llegaron a la parte más alta de ese árbol con su punta enredada entre las ramas cargadas de hojas redondas de color rojo, así pudieron de un pequeño salto, quedar parados sobre esa rama, extrañado Facu notaba que el tronco  y las ramas no eran marrón como las que conocía, estas ramas eran de color turquesa y contrastaba el rojo de las hojas, no pudo ver que aferrada al tronco de la rama una cigarra del mismo color los miraba tratando de adivinar que hacían ellos trepando por su árbol.
   Entre resbalones y risas fueron subiendo despreocupados hasta llegar a la parte más alta, ya era fácil pasarse al que tenía las hermosas flores rojas, sería el obsequio más valioso que le diera a su mamá.
   Otro saltito más y…¡ya esta…! Solo faltaba seguir subiendo hasta donde estaba la flor más bonita.
   El conejito turquesa se apuró a llegar para agarrarla y justo cuando ya la estaba cortando y  la flor apenas  pendía de un hilo alguien desde el otro árbol aterrorizada alcanzó a gritar: -Noooooooooooooooooooooooo…no la corten –
   Los cuatro conejitos y Facu se dieron vuelta para ver de donde venía la voz, era la cigarra que rápidamente les dijo que si cortaban alguna flor de ese árbol automáticamente se cerraría el portal y quedarían todos convertidos en muñecos de peluche.
   El conejito turquesa en un acto de heroísmo siguió sosteniendo la flor porque si la soltaba todos serían muñequitos, les dijo a sus amigos, a Facu y la cigarra que se apuraran a bajar para llegar al portal antes que se cansara de sostener la flor.
   Ninguno quería abandonar al conejito turquesa, pero el se enojó mucho, frunció el seño y mientras gritaba que se fueran se iba inflando de furia y pronto quedó hecho un conejito gigante enojado, exigiéndoles a todos que rápido cruzaran el portal.
   Muy disgustados los tres conejitos, la cigarra y Facu fueron bajando de la misma manera que habían subido, mientras el conejo turquesa desde arriba les gritaba  que se apuraran porque se estaba cansando pues la flor cada vez le pesaba más.
    A Facu le daba pena dejar el conejito pero los otros lo empujaron primero y detrás pasaron ellos con la cigarra. Facu se encontró en un largo túnel cayendo y no veía más a sus nuevos amigos, solo caía y caía hasta que abrió los ojos y se encontró en la cama con la cabeza colgando al piso y una bolita de cuatro colores sobre la alfombra verde.
   ¡Era un sueño…! Pensó….Tomó la bolita del suelo y  en el intento cayó al piso, sobre la alfombra, la bolita rodó bajo la cama, se tiró en el piso a buscarla mientras su mamá desde la cocina le avisaba que ya esta el desayuno; casi se metió debajo de la cama, se le escapaba rodando su hermosa bolita y quería llevarla a la escuela para jugar en el recreo.
    Cuando ya estaba por alcanzarla con su corto bracito algo le llamó la atención… ¡Grande fue su sorpresa cuando vio conejito de peluche color turquesa que parecía abrazado a la pata de madera de su camita…! 
                                   

Miedo..............

   Ayer…lejano ayer…los sábados y Domingos entraban y salían jóvenes bulliciosos y felices en la casa. Amigos de los hijos, sus novias…después sus hijos…maravillosas criaturas que llenaban la casa con llantos, risas, olor a pañales y perfumes de bebé.
   Los chiquitos crecieron,  la escuela, los deportes, los amigos, todas esas obligaciones que día a día van consumiendo la vida en familia.
   Las comidas rápidas porque el sábado juegan un partido…los cumpleaños  de los amigos con almuerzos  incluidos…la vida corre y corre, ahora para ellos.
   Después mamá por un lado….papá por otro… un fin de semana con uno….un fin de semana con otro.
 Lo que antes era un canto de risas y gritos de alegría, hoy es silencio, un silencio pesado, un silencio ensordecedor…lastima….destroza…
   Por sobre todas esas cosas el miedo…sí, miedo….terror….terror de acostumbrarse a ese silencio….miedo a que se haga carne….que se aferre a las entrañas….y que como una droga destructora… haga que…necesite ese silencio……..