Al
abrir mi ventana
miraba la
casa de enfrente,
esperaba esa silueta menuda,
encorvada
por los años,
pero no
salía a la puerta,
nunca
más saldrá.
La
vecina, la tía de la cuadra
hace
meses que no está.
Ahora
eres tú mami de corazón,
miro tu
cama vacía,
quiero
ver el bulto de tu cuerpo,
escuchar
tu sueño,
pero el
dormitorio me devuelve el silencio,
me da
tu ausencia,
un nudo
oprime mi garganta,
un
ahogo mi pecho.
No
quiero que me veas llorar,
pero
esa lágrima traicionera,
no
quiere seguir escondida
y rueda,
hasta posarse en tu alma
que hoy
descansa… más allá.