En la noche,
los ecos del silencio,
cizañan mi pluma,
despertando del sueño
la grácil palabra,
que escondida se muestra.
Los pensamientos vagan por el túnel gris,
para ser paridos a medianoche
bajo la luz blanca,
coronada de rubíes.
Cuando la ambición duerme,
las letras fluyen
alimentando mí desvelo,
mientras Caliope y Erato
me murmuran al oído,
los duendes bailan sobre el papel,
poniendo música al poema,
que no escribí.