que anida en mi alma frágil y oscura,
para darle la dulce luz de la paz
que borra el dolor que aprisiona el cuerpo.
Levantaré una blanca muralla
con olas de amor.
El níveo vallado fuerte y alto,
no permitirá que la negrura
me atrape con sus garras de sal,
será suave como el algodón
el galope del corazón alado,
los ojos podrán abrirse
a los colores del mar,
del bosque y la campiña,
porque el odio enterrado en el pozo del olvido,
nunca hará el viaje de regreso.
Quiero intentar volar en un cielo añil,
donde las esperanzas brillantes
embriagan a los seres inmaculados,
y solo palabras puras traspasan la barrera.
Quiero intentar todo eso y más.