Un gol,
una despedida.
Un
triunfo con un adiós.
No hubo
festejos, ni bombas
solo
llanto te inundó.
¿Quién
acunará tus miedos?
¿Quién
calmará tu dolor?
Tu
mundo cambió el color,
el gris
te encontró en la tarde,
en un
Domingo de sol.
Con
susurro al oído
despertarás
en la noche,
pensando
que no se ha ido,
y
volverás a dormirte,
con lágrimas de reproche,
que
cesarán con el tiempo,
pero no
hallarán olvido.
Sonríe
mi dulce amiga,
él
acompaña tu paso,
desde
una estrella te guía.
No
temas a la tormenta,
que
llega de hurtadilla,
aunque
se agite en protesta
no
podrá hacerte daño,
él ya
pidió en el cielo,
que lo
dejen estar cerca,
para
cubrirte en silencio
cuando
el temor te acecha.