En las horas muertas de soledad,
la batalla inicia fuerte
estocada,
por sentirlo cerca, de madrugada
la envolvió en locura
tanta ansiedad.
En la larga noche, ni la piedad
del silencio rompe, con la callada
oración que ruega su devastada
amargura, firme con
la ebriedad.
Belicoso toque suena
en el cuerno
de ese ángel oscuro y estremeció
a los mismos seres del triste infierno.
En las horas muertas, se marchitó
como flores secas del frío invierno
por su loca vida, de
amor murió.