No callen sus voces.
La palabra se ahoga en el silencio obligado,
duele hasta el tuétano por callar la protesta.
Los ojos fijos en el suelo para no mostrar
el reproche, calla su boca, calla su mirada,
es la cárcel donde aprisionan a sus mujeres,
con la opinión muerta antes de nacer.
Por ellas me sublevo, gritando a los puntos cardinales
que somos mujeres ¿Y qué?
A quien moleste mi voz, muestro mi molestia.
Al que me ordene silencio, le doy mi razón
en el tono más fuerte y agudo
para que sus oídos oigan
para que sus ojos vean los míos, rojo fuego.
Alzo mi palabra por ellas, las de Medio Oriente,
por las maltratadas y oprimidas del mundo,
mujeres de otro tiempo en el presente.