¿Qué
hay en el horizonte, más que sombras inciertas,
y un
camino con fronteras? ¿Qué hay en este lugar,
que
tanto por él pelean? ¿En donde anidan los placeres
del
trabajo dolorido, del oro acumulado,
de la
mujer pisoteada, del niño aquel sin caricias,
de la
miseria del rancho, del agua contaminada,
del
viejo que ya no sirve, porque es piel y es estorbo,
díganme
donde anidan? ¿Quién disfruta los placeres,
de la
sangría del mundo? Con tanto dolor y muerte,
con
tanta pobreza injusta, ¿en que rincón se acumulan,
donde,
donde están? ¿Cuál es el fin del dinero?
¿Porqué
corremos tras él? El placer está en el verde,
en la
luna y en el sol, en los ríos del planeta,
y en el
medio de la mar. En esa extensa arboleda,
en la
sombra que nos da. El placer, cuando amanece,
también
cuando el sol se va, cuando la luna se asoma,
y si no
se asoma, está. Son sencillos los placeres,
los que
pueden disfrutar, no es fácil conocerlos,
pues si
prima la ambición nos ciega para mirar,
que en
las cosas sencillas, está la felicidad.
Es
incierto el horizonte, si queremos encontrar
placer
tan solo en el oro, porque el oro queda acá,
en la
vida hay fronteras, que tenemos que cruzar,
detrás
de esa frontera, está el punto final.