Mi momento en el mundo.

miércoles, 19 de febrero de 2020

Sistema perverso





   Surgen tantos  “opinólogos” en los programas de televisión y en las redes sociales, todos saben de economía, de política, de criminalística, o sea, parecen sabios.
   Sabios encerrados en sus propias opiniones, en  su pobre concepción del ser humano, en su pobre mirada para con el “otro”, realmente pueden dar pena y también rabia.
   Están ensañados con las pobres personas que cobran una mínima jubilación, sin siquiera acercarse a alguna de ellas y preguntarles cómo fue que quedaron encerrados en ese miserable sistema, en esa perversidad del sistema.
   Critican a la gente que,  no por izquierda, sino por medio de una ley hicieron una moratoria y se jubilaron sin aportes previos, aportes que pagaron en su moratoria. Tal vez esos mismos que critican el otorgamiento de esas jubilaciones, en su casa tuvieron un jardinero que dos veces por mes les cortaba el césped y al que le “pichuleaban” el precio que les cobraba por hora, pero jamás pensaron en hacerle los aportes ni pagarle un seguro. Tal vez esos mismos que se alarman con el otorgamiento de esas jubilaciones, por otro lado miserables,  tenían en su casa una muchacha que les limpiaba dos o tres veces por semana, o a alguna muchachita que les cuidaba los hijos y jamás se les ocurrió pagarles un sueldo en blanco con los correspondientes aportes. Claro, era suficiente según su estrecha humanidad, con que se ganaran unos pesos para la comida del día, entonces hoy todos esos, salen a decir que el sistema jubilatorio está quebrado a causa de esas jubilaciones, estoy segura que si pudieran, harían la quita de esos beneficios, porque ellos siempre fueron los iluminados, estudiosos y trabajadores, mientras los otros unos aprovechados del Estado.
   Pues bien, muchos de esos “aprovechados” pagaban los impuestos de sus casas, el IVA en sus consumos, etc., impuestos que se utilizaban para que los iluminados estudiaran gratuitamente en las escuelas públicas, cosa que ellos no podían porque ayudaban con su sueldo a sus padres, hermanitos o hijos. O sea que ¿si no tuvieron aportes había que dejarlos morir de hambre en su vejez?
Por un lado están las jubilaciones mínimas arriba detalladas, pero por otro lado están las jubilaciones de los empleados estatales, maravillosas jubilaciones, ¿Saben porque? Porque en actividad tuvieron fabulosos sueldos pagados y mantenidos por trabajadores autónomos y monotributistas,  que en su época activa pagaban monotributo, DREI, Ingresos Brutos, IVA,  Impuesto a las Ganancias, etc., etc., y hoy también cobran una jubilación mínima, porque el sistema jubilatorio es tan perverso, que pagaron fortunas en impuestos pero no les permitió hacer aportes mayores para mejorar el sueldo de su vejez, entonces esas personas que aportaron al país, una vez que se jubilan y por razones de salud no pueden seguir trabajando, deben de deshacerse del auto, la casa y muchas de las cosas que habían logrado con sus negocios o empresas, no hablo de grandes negocios, no hablo de grandes empresas, esas tienen el futuro asegurado, hablo del almacenero del barrio, hablo de la costurera, del mecánico del pueblo…
Por eso me indigna con la liviandad que te dicen y te quieren hacer creer, tal vez ellos lo creen, que el sistema de jubilaciones está quebrado a causa de la cantidad de jubilaciones mínimas.
Que el Estado falló, no tengo la menor duda, jamás durante cientos de años, se preocuparon por el empleo en negro, ahí sí está el problema, la carga muchas veces imposible de pagar de leyes sociales y de sindicatos, obras sociales, impuestos, generó muchísimo empleo en negro, tampoco se soluciona. De una cosa estoy segura, nada se va a solucionar culpando a los más pobres y en este caso, como en muchos, nunca es más valido decir: “El que esté libre de culpa, que tire la primera piedra”.