Mi momento en el mundo.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Luna, lunita

Mira que luna la luna
que esta noche apareció
a reflejarse en tus ojos
en tu copla y tu canción.

Luna, lunita, la luna
es un blanco medallón
desde lejos sus montañas
parecen un murallón.

Blanca como tu piel blanca
brillante como tu mirar
me tienes esclavizado
atado a tu suspirar.

Como la luna en la noche
que alumbra la inmensidad
eres mi luz y mi vida
si no me creéis mirad.

Mirad la luna en mi pecho
lleva grabado tu nombre
me lo grabé aquel día
en que por ti me hice  hombre.

Luna de mis alegrías
no te quieras esconder
no te escondas tras las nubes
mira que te quiero ver.

Vuelvo, mi niña...

Grito que gritan mis labios
un mensaje están mandando
con un nudo en la garganta
voy el barro atravesando.

Vuelvo a casa mi criatura
rodeando la montaña
abrazarte es mi deseo
toda la noche y al alba.

Tendrá envidia de tu rostro
la palidez de la luna
y guardará en su memoria
tus ojos color de tuna.

Fragilidad del silencio
que romperá como espada
un gemido enamorado
y  la frialdad acabada

En una lata sellada
guardaremos la tristeza
contaré los mil suspiros
sobre tu boca cereza.
 
Vuelvo a casa mi criatura
niña bonita, mi niña
a beber de tu boquita
sabrosita como  piña.

¡Como te han cambiado!

¡Como te han cambiado Buenos Aires!
 apuñala la nostalgia de otros tiempos
de los olores de café y lustrabotas
de los tangos, de la esquina y sus jardines.
Se perdió en el eco del camino viejo
el tranvía por tus calles empedradas.
Noctámbulos con historias no contadas
grabadas sobre la mesa de algún bar.
El progreso avasalló tu  memoria
quitaron tus ladrillos de ayer
recuerdos que en tus muros guardabas
perfume agridulce de lo que un día fue.

Sos un mudo testigo de un avance con dolor
cubierto de negro asfalto lo que era bella flor.
Tu gente se fue perdiendo pues la vida los borró
ya pocos cuentan tus crónicas, casi nada te quedó.
El modernismo impenitente no conoce de aflicción
no atiende melancolía, destruyó tu corazón.
En algún álbum oxidado que alguien habrá guardado
entre venas en blanco y negro alguna foto quedó
del conventillo de antaño y de ese bodegón.
Si en otros países cuidan con pasión de historiador
a sus viejas construcciones en su eterna tradición
¿Qué te hicieron Buenos Aires? ¿Quién fue que te traicionó?

Acaso lo hicimos todos, por no medir la ambición.