Muchas veces, los jóvenes critican o se
molestan con los ancianos. Se quejan que
siempre cuentan las mismas cosas, repiten y repiten alguna de las
circunstancias vividas, porque se mueven lento y no entienden con rapidez una
frase, porque ven el lado malo de las cosas, cuando advierten los peligros de
alguna acción de gente con mucha menos
experiencia que ellos, cuando su memoria les trae gratos recuerdos y largan su
consabida frase, “En mis tiempos esto no pasaba” otra frase “molesta” es “Me
parece que estas obrando equivocado-a, te podría pasar esto o aquello”.
Se sienten muy molestos cuando ellos frente
al televisor devoran todos los noticieros, los de la mañana, tarde y noche
exclamando “Hay mi Dios, adonde va a ir a parar esto”.
Tal vez se sienten molestos porque saben que
inexorablemente llegarán a ser lentos, llegarán a necesitar ayuda y cariño de
los jóvenes, quizás… el temor…
Pero el tiempo pasa…casi sin darse cuenta
ese que era joven, de pronto percibe que está haciendo exactamente lo mismo que
aquel anciano, entonces, quien todavía lo tiene, se siente feliz de poder
abrazarlo y cuidarlo, pero quien ya lo perdió, añora el poder decirle cuánto lo quiere y cuanto siente no
haberlo comprendido.
Comprendamos a nuestros mayores hoy que los
tenemos, porque si no lo hacemos, mañana será una carga muy pesada y triste en nuestra conciencia.