Hoy tu recuerdo me envuelve, vino a mí como entre tules
momentos de nuestra infancia, tan enorme su distancia.
Te veo en nuestros juegos con alegres devaneos
en peleas inocentes que aún las tengo presentes.
Sin conocer el motivo, el juego era interrumpido
con una sacada de lengua y un palmear el trasero
y enojadas sin porqué cada una a su casa
con lágrimas como brasa por habernos peleado.
Mi casa en mitad de cuadra, la tuya la de la esquina
pasaba muy poco tiempo y volvías a ser mi amiga
venías vos a buscarme para seguir nuestro juego
o yo te pegaba el grito y te invitaba de nuevo.
Atrás quedaba el enojo, comenzado sin razón
y nos latía muy fuerte el pequeño corazón.
Cuanto tiempo de no verte, de no saber donde estás
si alguien llegó a quererte o estás sola nada más.
Tiempos de labios pintados con un lápiz ya vaciado
de los zapatos de tacos que alguien había tirado
de jugar a la maestra, con un alumno inventado
le enseñábamos las letras en pizarrón de juguete
y le dábamos permiso para que fuera al retrete.
Los años fueron pasando, y cumplimos los quince
los muchachitos de entonces, nos miraban como linces.
La vida nos fue corriendo, o la corrimos nosotras
se nos escapó el tiempo, hoy las dos somos otras.
Ya no se ni donde vives, nos perdimos a destiempo
corriendo atrás de los sueños, quedó tan solo el recuerdo.
Como quisiera encontrarte para abrazarte de nuevo
para decirte mí amiga, lo mucho que yo te quiero.