Roque mira hacia su costado donde ve su amigo parado y conversa, se queja de la sequía, se queja del sol, levanta los ojos hacia el astro y los baja sin ver, el otro algo le contesta, porque Roque sigue rezongando, pega media vuelta, levanta los hombros, entre frase y frase, se pasa la mano por la cabeza en su típico ademán nervioso.
Se asoma a la puerta con el mate en la mano, habla sin parar mirando a su amigo. ¿Cuál será el tema, cuál será?
Se nota en su boca una mala palabra, que saliendo de el nunca es tan mala.
Manos en los bolsillos, sigue conversando ¿Qué habrá en sus pensamientos? Acaso los duendes jueguen con su razonamiento.
Sonríe, con las manos haciendo señas, tiene maíz en el corazón, trigo en su mirada, en su cabeza la nada jugándole una pulseada.
Saluda a los que pasan, los acompaña a la esquina, con amabilidad devota, hablando de cualquier cosa, vuelve para su casa y charla otra vez tan solo, Roque solito lo ve…a su amigo imaginario que no se separa de el.
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