La cabeza devora el camino
la víbora ondulante de vagones repletos
sus rostros son máscaras y sus ojos ciegos al mundo
son los muertos vivos del sistema
que corren
masa movilizada tras el papel
más valorado que la vida
se aplastan sin mirarse
se atropellan
por los ojos vacíos se les pasa el tiempo
sin vivirlo
las máscaras no sonríen ni lloran
son impasibles día tras día
día tras día
en la carrera tortuosa de seguir muriendo
veneno en las entrañas
disconformes de azotea
Maniquíes
manejados con los hilos del titiritero
de turno
A du la do res
por conseguir una ventaja
que les aplasta el espíritu anestesiado
rueda por la vía
la oscura fila de vagones
el silbato que anunció la llegada
se destruye entre el taconeo apurado
y los bocinazos estruendosos
de la calle muerta.
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