Ayer,
el segundo milenio me extasiaba,
tan
lejano, tan imposible.
Largo
camino en que la meta se esfumaba,
¡Una anciana sería a los cuarenta y seis!
Con
rápido viaje, las estaciones pasaron,
¡Cuántas
primaveras, cuántos inviernos!.
Algunos, no pudieron esperar el nuevo siglo,
el cansancio los durmió entre soles y lunas.
El dos
mil llegó con brindis y abrazos,
vino
acompañado de sueños y esperanzas,
pasaron noches, pasaron días y pasaron…
Se
acerca otro año más y sigo estando,
pase
los cuarenta, también los cincuenta
que,
sin cuenta me llevaron a los sesenta.
La meta, ya no se borra tras la calima,
son
muchas la memorias que, entre brumas
aparecen pellizcando la vida y la despiertan,
porque
aún hay lluvias, aún los pimpollos se abren,
el sol
calienta y la luna me sigue,
todavía
tengo mi sombra de compañera.
La última
parada se vislumbra no lejana,
estoica la esquivo con gambetas,
hasta
que un cansino día, me acerque a la final.