El
cielo se enciende,
ilumina
en flashes el campo,
su
llanto cesa
para
regar con perlas blancas.
Los
sapos danzan,
festejan
las lágrimas
que
anegaron la calle.
Terror,
el rugido profundo,
rompe
el silencio.
Mas
allá en el bajo,
alguien
llora,
porque
nuevamente
su casa
desaparece
entre aguas y promesas.
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