Cuando
ante el error de un amigo se empiezan a enumerar las cosas que se hicieron por
él a los demás, en vez de resolver cara a cara el problema, demuestra que nunca
se fue amigo, porque ayudar es un acto desinteresado de amor.
Un verdadero amigo
defiende la amistad aceptando al otro con defectos y virtudes. Guarda sus
secretos, apoya en la desventura y jamás hablará de los defectos del otro aún
cuando esa amistad se quiebre. La grandeza se muestra en el silencio.
Solo se
puede tener un amigo. Porque los secretos de más de dos, dejan de ser secretos,
entonces es cuando vienen las desavenencias, porque nunca se sabe quien violó ese secreto. Luego se
ataca al más débil, se lo acusa y se pierde una amistad que pudo ser
maravillosa.
Si alguna de las partes habla mal del otro sin haber aclarado
primero los motivos, comete el acto más bajo de vileza, porque no da la
oportunidad de defensa, si no que se esconde detrás de los rumores mal
intencionados sin aclararlos.
El
verdadero amigo no escucha los rumores, los disipa.
El amigo no manda indirectas, es directo y habla
de frente. Te hace ver cuando actúas mal aunque te enoje y tu enojo
pasará si tu sentimiento es verdadero.
La palabra “Amistad” es una palabra muy
grande, que solo cabe en un corazón más grande, en el que quepa la comprensión,
la sinceridad, el amor y en el que no tenga espacio, ni una gotita de maldad.
Antes de enumerar las cosas
que hiciste por tu amigo, enumera conscientemente las cosas que tu amigo hizo
por ti, seguramente algo has olvidado, algo pequeño o grande que dejaste a un
costado.
La
amistad es maravillosa solo la conocen las personas despojadas de envidia,
egoísmo y doble actuación. En
definitiva, la amistad entre dos personas es algo inmenso, tan inmenso, que
engrandece a quien sabe conservarla.
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