Siempre un pensamiento se cruza, se atraviesa mal en la cabeza a tal punto que te hace reflexionar cuando pensando en lo que estabas pensando ese pensar te trae dudas de tu cordura.
Estaba en una reunión de mujeres más jóvenes, todas comentaban sus deseos, sus proyectos inmediatos, cada una con un anhelo en donde solo cabe su plan de vida, ahí es donde mi mente comenzó a jugar, porque me vi muy jovencita, ya casada, con un hijito hermoso de lo que jamás voy a arrepentirme, pero… recordé las ataduras que en esos tiempos, la misma sociedad nos imponía; había que ser esposa, ama de casa y madre, solo eso…las demás ambiciones quedaban enclaustradas en la oscuridad del subconsciente a la espera que alguna lucecita se encendiera y nos diera la oportunidad de realizarnos. Es que estábamos tan atadas a los modos dictados por los antepasados que no teníamos resolución propia.
Guay de aquella que rompía las reglas y aún en contra de su familia, salía a la vida con determinación a buscar sus propios logros.
Hoy, que ya soy abuela, no anciana todavía, pero con cinco maravillosos nietos, me enorgullezco de tener esas amistades jóvenes, pujantes, decididas y libres por determinación propia para elegir su futuro, sus estudios, sus trabajos, dejan volar sus sueños y no permiten que nadie con razones superfluas las despierte y desvíe de sus metas, estoy tan orgullosa de esas amigas jóvenes que me contagiaron su fuerza de determinación.
Es por eso que decía casi riendo a carcajadas que tengo dudas de mi cordura, pero no importa, voy a seguir adelante, voy a terminar los estudios que dejé inconclusos, seguramente me veré rodeada de gente muy joven, si bien tengo bien vivido mis años, dentro mío tengo la fuerza y ellas me van a pegar mas potencia para lograrlo.
Esta vez, nadie me va a decir que pienso en sonseras, no me va a importar la cara de enojo o despectiva en son de burla de los que me rodean, porque comprendí que esas personas que me querían hacer creer que mi deber era ser solo una fregona, lo decían solo para no sentirse solas en sus equivocaciones, para no ser solo ellas las atadas a los convencionalismo de una época y por su propia frustración en la vida.
Hoy, me sentí bien cuando dije: -En cuanto se abra la inscripción en el Instituto me anoto-. No me importó que se miraran, hoy me sentí libre…hoy me sentí persona…
Y yo, desde el otro lado del mundo, te apoyo con todas mis fuerzas. Libertad, divino tesoro. Disfruta mucho de esta nueva aventura de tu vida. Y ya nos contarás...
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