Mi momento en el mundo.

jueves, 15 de agosto de 2013

El conductor

Fuego emanan sus visores,
trasuntan la tormenta acontecida.
Las fauces apretadas
ahogan el grito exasperado.
Las manos expelen el sudor histérico,
asiendo el manillar por la ruta atestada.
Rutina que el tiempo torna insoportable.
Suben y bajan del bus los sin rostro, 
gruñen por el atraso,
acusan si se adelanta.
Desazón del todos contra todos,
con el desquite malévolo, odioso y cruel,
porque no hallan escape
del mundo que avasalla al jornalero
premiando al zángano.
Las gotas de arena tardan en caer,
la jornada se hace larga,
el hogar lejano,
morada con un antes y un después.
Después, alguien siempre espera…

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