En esta
noche clara
puedo
sentir el sonido silencioso.
Se
empequeñece el ser
frente
a la inmensidad.
Hace
brotar los versos
escondidos
en el alma,
para
dejarlos en el baúl de las memorias.
Los
oscuros murallones caen rendidos
al pie
de las estrellas,
el espíritu
se estremece
ante
toda su beldad.
Calladamente
susurra:
¡No la
dejes ir,
sueña,
vive, delira,
que la
magia desaparecerá,
cuando
la noche se rasgue en nuevo parto
y de a
luz, otra mañana!
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