¿Que
hice mal?
¿Qué es
lo que no hice?
¿Cuánto
dejé de hacer?
¿Por
qué la tortura de mi mente?
¿Por
qué este corazón quebrado?
¿Por
qué mis ojos se empequeñecen
por
lágrimas que ruedan silenciosas
sin
destino, sin morir?
Se
mantienen vivas, se reproducen,
se
anticipan a la anterior, hasta secar el alma.
Duele
sin dolor la angustia de no saber.
Es
llama que devora en el infierno
de mi
interior.
Es boca
que grita en silencio,
y queda
esperando la respuesta.
El día
y la noche son un vacío
en los
que busco el tesoro del ¿Porqué?
Tal vez
no existe,
tal vez
murió de tantos intentos.
Tal vez
se llame “ingratitud”.
Tal
vez, tal vez…
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