Con cadenas que lastiman,
con las rejas que le amarran,
los porqués surcan la noche
muriéndose con el
alba.
Alaridos de impotencia
recordando ese pasado,
en tropel la oscuridad
lo mantiene arrodillado.
La esperanza es una tumba
en un nuevo viejo día,
que arrastrando le alcanza
la ilusión que es la sequía.
Un desierto de cariño,
la pared enmohecida.
Otros gritan con desprecio
escapando de la vida.
Mal pagado fue el error,
porque algún día fue bueno,
como fue no lo recuerda
que después dejó de serlo.
En un pozo sin futuro
el rencor se hizo su
amigo,
al amor hace ya
tiempo
no encontró como sentirlo
Tan oscura está su celda
que sus ojos doloridos
le gotean al cerrarlos,
hasta cuando están dormidos.
La mirada está en un punto,
muy lejano el pensamiento,
va pasándole la vida
sin alzarle sus lamentos.
Se secaron en su pecho
los licores de sus hijos,
los que tuvo en una celda
en sus sueños escondidos.
Triste vida el que delinque,
o el que grita sus verdades
ante un juez que no le entiende,
¡si no sabe que es el hambre!
Nadie sabe de su infancia,
nadie, como es que creció,
si alguna vez fue a
la escuela
o la calle le enseñó.
Pero allí están esos dedos
que lo apuntan acusando,
esos también son culpables,
¡no le dieron un trabajo!
Por: Susana Beatriz Fondado
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