¿Por
qué es tan difícil hallar paz?
¿Por
qué el silencio se oculta cada noche?
¿Acaso
la oscuridad es cómplice ruidosa
para
importunar mis pensamientos?
Ella
sabe que busco su quietud
para
hamacarme entre mis sueños.
Ella
sabe que se pierden las palabras
entre gritos y ladridos.
Apaga
de una vez esos caminares,
oscurécete
al extremo del miedo,
cierra
los murmullos que me agitan.
Que
solo sean tu pausa y mis latidos
los que
nazcan del crepúsculo.
Que mis
oídos puedan escuchar tu niebla,
y ella
oiga mi respirar.
El tic
tac del reloj marca que avanzas
inexorable
al amanecer,
no te aquietas, ruge la calle y mi cabeza,
no te aquietas, ruge la calle y mi cabeza,
los
sueños se desvanecen en la espera,
el bullicio no cesa,
y tu
llegada es inútil de esa forma,
la ansiedad
no termina en calma,
se agiganta,
no encuentro el motivo
que me
guíe a apagar la locura,
que me
lleve a mis adentros y pueda decirlo
con las
letras que se niegan a brotar.
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