Rueda, rueda...
Titila el cursor, golpetea el segundero,
los aromas de la noche se filtran por la ventana,
aletea la nariz con
el ritmo del reloj,
olor a oscuro, perfume de humedad,
muere la vida de otro día,
se desvanece el sol y se apura el silencio.
Se aquietaron los agitados,
quebrado quedó el bullicio.
De algún insomne se escuchan los pasos.
Los árboles aún desnudos, pintan tenebrosas figuras
sobre las baldosas y las raídas paredes,
el farol bamboleante les mueve los brazos,
se alargan, se encongen, torcionan
en una mueca fantasmal.
Las almas descansan, las pasiones se agitan,
los corazones sueñan y hasta la ambición
se frena hasta el nuevo día.
En alguna ventana alguien piensa,
en alguna sala llegó una vida,
mientras en otra, la señora oscura roba otra.
Otra noche, otro día, en su giro repetido
cada ser busca su refugio.
Por: Susana Fondado
26 de septiembre de 2018
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